SORRENTO Y CAPRI


SORRENTO
Nos levantamos pronto y desayunamos. Sobre las 9h salimos de Roma, nos esperan 3 horas de viaje por carreteras italianas, en dirección a la Península Sorrentina. Allí se encuentra Sorrento, la Costa Amalfitana, Nápoles, Pompeya, Herculano y el Vesubio entre otras cosas. Sin duda una zona a priori muy interesante a nivel cultural.
El viaje transcurre con cierto temor, ya que la fama de los italianos en la carretera es que están un poco locos. La primera observación en autopista es que respetan el límite de velocidad, pero su conducción es alegre, no te encuentras a nadie por la derecha a una baja velocidad y los maniobras las hacen con cierta determinación.
Otra curiosidad es que cuando hay caravana, los carriles se multiplican automáticamente por 2 o por 3. Se invaden los arcenes, se pegan unos coches a otros y donde hay 2 carriles se convierten en 4 o 5.
En todo el trayecto no hemos visto ningún accidente aunque la sensación es que no vayamos a volver sin una rayita en el coche.
Estamos pasando por Nápoles, su golfo se ve imponente, con el sol brillante que se refleja en sus aguas azules. A la izquierda se divisa el famoso Vesubio, una volcán de tipo vesubiano de 1281 mts. El cono que se dibuja en la cima es casi perfecto, me resulta increíble que una montaña tan bonita y que transmite tanta paz,  haya sido capaz de quitar miles de vidas con sus erupciones.
Llegamos a Piano de Sorrento un pueblecito costero donde tenemos la casita en la que nos alojaremos toda la semana. La casa es espectacular, aunque antigua, de unos 200 años, pero con un encanto especial. Tiene un jardín inmenso con naranjos, limoneros y cicas, es precioso y en esta época más. El único pequeño inconveniente de esta casa es que al ser tan antigua, sus paredes son de unos 50cm de grosor, y hace que le cueste calentarse.

Aleix y Leire en el jardin de la casa de Piano de Sorrento



Después de aposentarnos y comer algo de pasta que compramos en el camino, nos vamos a pasar la tarde a Sorrento. Pueblo de origen griego y muy turístico en la actualidad, es mundialmente famoso por sus playas y por la fabricación de Limoncello.
Caminamos por su centro histórico y comercial y podemos ver tiendecitas típicas sorrentinas. Venden limones impresionantemente grandes, son de tamaño casi de un melón, con una corteza gruesa y rizada. Con estos limones hacen el famoso Limoncello. También nos encontramos tiendas de pasta artesana con pimientos secos colgados en su exterior.
Entramos en una tienda-fábrica de Limoncello y probamos muchos productos derivados de este licor, hay cremas, galletas, bombones, etc… En el interior están haciendo el licor y nos dejan entrar para ver su realización. Son gente muy agradable que incluso dejan a Aleix participar en su tarea.
Cenamos en una pizzería de Piano y nos vamos a descansar.

Aleix ayudando en la fábrica de Limoncello

Los limones sorrentinos



ISLA DE CAPRI
Hoy hace un día espléndido y vamos a aprovechar para ir a la Isla de Capri. Es un lugar de célebre belleza y un centro vacacional desde la Antigua Roma. Aquí tienen casa muchos actores de Hollywood, reconocidos cantantes y en general gente con un gran poder adquisitivo. Localizada en el Mar Tirreno y perteneciente administrativamente a Nápoles.
Tiene dos poblaciones, Capri, en lo más alto de la accidentada isla y Anacapri, un poquito más abajo. Como punto de interés más importante, aparte del las casas en los acantilados, es la Gruta Azul (Grotta Azzurra). Es una cueva que se entra desde el mar cuando la marea está baja y de la manera que entran los rayos del sol hace que el agua se vea de un azul intenso.
Nos levantamos sobre las 7:30 para poder coger el Ferry de las 9:25, salen desde Sorrento y tenemos unos 15-20 minutos en coche. Llegamos y dejamos el coche en un parking privado, nos avisan que tenemos que sacar el coche como muy tarde a las 19h, o sea que tenemos que coger el ferry de la compañía que sale de Capri a las 18:30.
A la hora de coger los billetes, y descubriendo que había un ferry más barato que el que nos recomendó el chico del parking, nos decidimos por ese, aunque la llegada es a las 19h, no creo que cierre el parking con nuestro coche dentro.
Llegamos sobre las 10h de la mañana y un comercial napolitano nos vende unos billetes para un barco más pequeño para ir a ver la Gruta Azul. Yo muy desconfiado le pregunto si se va a poder entrar, he navegado muchas veces y las olas eran importantes para poder entrar por un agujero en la roca… Él me contesta que sí, que seguro que entramos. Al final  nos decidimos a hacer la excursión de la Gruta Azul.
Nada más cruzar a la parte oeste de la isla, donde se encuentra la gruta, nos dicen que hay mucha marea y es imposible entrar. Yo quería matar al señor que nos vendió los billetes, ¡nos había colado el primer gol! En la zona de Nápoles hay que estar atentos, te venden la moto a la mínima de cambio. En fin, disfrutemos del viaje y ya lo arreglaremos luego.
El trayecto consiste en dar la vuelta a la isla y cuando vamos por la mitad, casualmente la zona más bonita, el oleaje es descomunal, y por la seguridad de los pasajeros deciden dar media vuelta. Lo que mal empieza….
La parte positiva de la excursión en el barquito fue que conocimos a una pareja de viajeros argentinos, y casi estuvimos todo el día con ellos. Intercambiamos experiencias, nos contamos como se vivía en Argentina y en Catalunya, las similitudes y las diferencias. La verdad es que pasamos un día genial con ellos y aprendimos mucho de su cultura, su forma de vivir, su manera de viajar, etc... Sin duda esta es una de las partes más importantes de mis viajes, el conocer personas de otras partes del mundo, eso te enriquece enormemente.

Salimos del barco y nos vamos a ver la isla.  Nos comunican, precisamente estos chicos, que sobre las 14h nos podrían dar otra vuelta en el barquito para ver si se puede entrar en la gruta y dar la vuelta entera a la isla. Decidimos visitar la isla, comer, y probar suerte de nuevo.


Aleix y Leire en el barquito



Nos dirigimos a la población de Capri y hay una subida importante, hay dos opciones, coger el funicular o subir caminando por un sinfín de escaleras. Desde abajo no parece tanto, por lo que decidimos coger la opción barata, subir a pie. Tengo que decir que mi familia quería coger el funicular, y los convencí para ahorrar unos euros, ya que en Capri todo era carísimo.
Llegamos arriba, hemos subido unos 200 metros de desnivel en 15min, estamos destrozados, creo que me equivoque queriendo subir andando, y mi familia no deja de recriminármelo durante todo el día, y con razón…
Después de coger aire nos vamos a recorrer Capri. El pueblo es precioso, sus callejuelas peatonales casi en su totalidad son increíbles, algunas de ellas con menos de un metro de amplitud y con unas vistas espectaculares. Todo esta lleno de tiendas de lujo con artículos a unos precios prohibitivos para nosotros y para casi la mayoría de los que estábamos allí. Un ambiente un tanto selecto y clasista pero que no te hacían sentir fuera de lugar ya que la gente eran muy amables con nosotros.
Comemos pizza en un restaurante de la zona. Por cierto carísimo. Recomiendo mirar bien los precios en esta isla y si no tienes excesivo presupuesto, comer una pizza al taglio. Bajamos por las escaleras otra vez hacia la Marina Grande, donde sale el barco para otro intento de excursión. La bajada se hace muy corta y no vale la pena coger el funicular. 

La familia al completo en Capri

Leire por las calles de Capri



Tomamos un “Gelatto” mientras  esperamos el barquito y después embarcamos. Como era de esperar la Grotta Azzurra sigue cerrada al público, pero el barco se dispone a dar la vuelta a la isla a pesar de que las olas son más importantes que por la mañana. A duras penas y con algo de miedo en el cuerpo, el barco consigue dar la vuelta a la isla y llegamos sanos y salvos a puerto. Tengo que reconocer que en algún momento pensaba que nos chocaríamos con alguna roca.
Hemos visto la casa de George Armani y de Bono (U2) entre otras. Son espectaculares colgadas en precipicios. Nos cuentan que los propietarios llegan allí en helicóptero desde Nápoles. También hemos pasado por la roca del amor, una puerta natural tallada en la roca por la que el barco pasó a través de ella. Se dice que si te besas pasando por la puerta no te separarás jamás.  Judit que estas cosas le encantan no dudo en besarme nada más pasar por ella.
La vuelta se complica, el oleaje ha aumentado considerablemente, veo en los rostros de los demás pasajeros cierto temor. El barco se alza una y otra vez por encima del bravo mar.  Mi familia me mira a la cara esperando un gesto mío de tranquilidad. Yo, aunque dudoso de que el barco llegue bien a puerto, le dedico ese gesto con mi rostro y ellos enseguida sonríen.
Por suerte todo acaba en una anécdota. Había momentos que se me pasaba por la cabeza si no hubiera sido mejor no insistir en el paseíto….Pero al final, valió la pena.

La Roca del Amor 

Justo pasando por el interior



A la hora prevista cogemos el Ferry de para trasladarnos a Sorrento, sale puntual, y la llegada está prevista para las 19h, hora límite del parking donde teníamos el coche. Por culpa del oleaje, aunque no es peligroso por el gran tamaño del barco, vamos más lentos de lo normal y llegamos a Sorrento a las 19:30. Salgo del ferry el primero y hago los 300 metros que nos separan en tiempo récord. Y para mi sorpresa, el chico nos había esperado. Mi coche estaba allí, aunque solo, pero estaba allí. Me llevo por su parte una bronca monumental. Aunque sea en italiano, se le entiende todo. El pobre tenía que haber acabado su jornada a las 18:30 y todo lo que me dijera tenía razón. Yo hice la táctica de echarle la culpa a la persona que no estaba: Judit. Y me puse también como enfadado con ella:  “Mi dispiace, la colpa della signora” (lo siendo, la culpa de mi mujer). Y el me decía: Ayyyy la signora! Ayyyy la signora!
Después del sofoco, nos vamos a Piano a descansar y disfrutar de un limoncello.


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