NAPOLES Y POMPEYA
NAPOLI
Hoy el día ha amanecido lloviendo y decidimos ir a Nápoles, creo que en una
ciudad es más fácil refugiarse de la lluvia. Vamos en tren, ya que es lo más
fácil y rápido para llegar al centro.
La parada de Piano, se parece mucho a la que teníamos en
Torre Baró en los 80, que le decían apeadero. Los trenes son similares a los
que circulaban en esa época en Barcelona, son muy antiguos y mal cuidados. A
pesar de eso, es una buena opción coger el tren, sale puntual y en 45 minutos
llegamos a Garibaldi Centre, la estación central de Nápoles.
Salimos y solo cae una ligera llovizna que nos permite ir
sin paraguas, solo con la capucha de la chaqueta. Seguimos las indicaciones del
móvil para llegar a la zona mas antigua y más bonita de la ciudad.
Ya se puede apreciar lo caótico que es Nápoles, tanto si vas
en vehículo o andando. Los semáforos existen, pero como si no lo hicieran. Los
coches se lo saltan en rojo y los peatones también, es como una jungla de
asfalto que impera la ley del “campi qui pugui” A pesar de eso, no se aprecia
nerviosismo ni histeria colectiva por llegar pronto a los sitios. Si esta verde
y se cruza un peatón, el coche para y punto, ni pitos, ni insultos, ni nada por
el estilo.
De repente una tormenta espectacular cae sobre nosotros. Sacamos los paraguas, pero no sirve de nada, acabamos empapados y a toda prisa vamos
a refugiamos en la catedral: el Duomo. Ya casi llegando, una moto casi atropella
a Aleix. La verdad que gracias a los reflejos de Judit y a la agilidad del motorista, consiguieron evitar el accidente.
Ya en el Duomo, nos sentamos a descansar y a secarnos un
poco la ropa. Aquí podemos ver las Reliquias de San Genaro, patrón de Nápoles. El Duomo fue construido en 1314 sobre otra
antigua catedral que databa del s. IV.
Paseando por Nápoles debajo de la lluvia
Después de reponer fuerzas, y aunque era algo pronto,
decidimos ir a comer a la Pizzeria Sorbillo, que los amigos argentinos que
conocimos en Capri, nos recomendaron. Esta pizzería está en la lista de las 5
mejores de Napoles, en ella, muchos famosos de Italia y también del resto del
mundo han estado comiendo pizza. El lugar tiene un aspecto sencillo, muy
sencillo, y la pizza por excelencia es la Napolitana, que lleva tomate,
mozzarela de búfala y albahaca, imitando la bandera italiana. Dicen que esta
pizza del Sorbillo es de las mejores de Italia. Después de probarla puedo decir
que ha sido la mejor pizza que me he comido en la vida. Lo mejor de todo el
precio, comimos los cuatro por menos de 30€, impresionante.
Pizza en el famoso restaurante Sorbillo
Por fin ha dejado de llover y según la previsión
meteorológica, la lluvia nos da tregua hasta las 17h más o menos: tenemos 3
horas para recorrer las callejuelas de Nápoles.
Con Nápoles me pasa
una cosa que en ninguna de las muchas ciudades que he estado, me ha pasado, que
me cuesta describirla. Con describirla, me refiero a hacerlo como cuando hablas
de Roma, Paris o Londres, pero a pesar de esto, lo único que sé, es que me
encanta. No tiene monumentos espectaculares, ni importantes museos, ni
edificios emblemáticos, pero tiene encanto, tiene atractivo, tiene magia. Nápoles
te cautiva en seguida. Sus estrechas y viejas calles, todas ellas llenas de
gente, trabajando, paseando, o simplemente apoyados en un muro mirando la gente
pasar, hace que te enamores enseguida. El napolitano hace vida en la calle, son
amables, tienen un carácter animoso, un
poco loco, todo hay que decirlo y un humor muy característico, todo esto hace
que te sientas como en casa.
Lo caótico que es el tráfico, lejos de estresarte, te
enamora. Motos con tres personas y sin casco circulando entre la gente, coches en todas direcciones, calles sin aceras… todo
esto en una ciudad en Europa en pleno s. XXI, no te deja indiferente.
Nápoles engancha, y mientras más paseas, mas quieres
recorrer sus calles, mientras más charlas con los napolitanos más quieres
intercambiar palabras con ellos.
Te encuentras a personas cantando opera en la calle, tocando
el violín o la guitarra, y es que Nápoles es una ciudad de mucha tradición
musical. ¿Quien no conoce la famosas tarantelas napolitanas?
El napolitano es muy católico, cree en Dios sobre todas las
cosas y son muy tradicionales en las fiestas religiosas. Hemos coincidido en
Semana Santa y celebraban todas las fiestas con especial ilusión.
Motos en las calles de Nápoles
Tres personas en una sola moto
Mi familia paseando...
Como veis, he vuelto enamorado de Nápoles, y la pongo en mi lista de destinos que ya he estado y que volveré.
He llegado a la conclusión que Nápoles, o te encanta o la detestas. Y también que, normalmente, Nápoles no gusta a los turistas pero si a los viajeros. Los que buscamos lugares que no solo te alegren la vista, si no que te lleguen al corazón, que te alimenten el espíritu. Los que buscamos lugares en los que la gente es muy peculiar, con sus costumbres muy diferentes de las tuyas y que te hacen aprender.
La previsión meteorológica acierta y sobre las 17h empieza a chispear, seguimos paseando ya que no lo hace intensamente. Sobre las 18h llueve más y decidimos coger el tren de vuelta a Piano.
Decir que hoy, ha sido un día un poco duro en algunos momentos por culpa de la lluvia, pero hemos pasado la prueba con excelente. Hemos caminado hoy unos 12 km, la mitad de los cuales han sido con lluvia intensa. Los niños han pasado por momentos en los que diluviaba, y empapados seguían para adelante sin rechistar. Días como el de hoy, creo que les hace crecer como personas.
POMPEIA
Es viernes y es un día importante para mí. Llevo muchísimos
años esperándolo, pero al fin ha llegado, voy a poder visitar Pompeia. Me fascina
todo lo que tiene que ver con la Antigua Roma y su Imperio y en Pompeia te
puedes hacer la idea de como se vivía en la época.
Pompeia sufrió en el año 79 d.c. una erupción impresionante
del volcán Vesubio. La ciudad quedó arrasada y cubierta de cenizas donde más de
25.000 personas quedaron sepultadas.
Me levanto ilusionado y nos dirigimos en coche a Pompeia,
encontramos mucho tráfico y tardamos unos 45 minutos. Dejamos el coche en un
parking y nos disponemos a entrar a la ciudad convertida en museo al aire
libre. Como recomendación, decir que es mucho mejor ir en tren, justo en las
ruinas tiene una parada.
La entrada 12€ y nos llevamos la sorpresa de que los niños
no pagan, gran sistema para promocionar e introducir a los niños a las visitas
culturales.
Entramos y vemos los primeros edificios públicos, están casi
intactos, el estado de conservación es increíble y es muy fácil hacerte la idea
de como vivían hace 2000 años. Sus costumbres, su día a día, donde se reunían,
como disfrutaban de sus fiestas, y la verdad es que no era muy diferente de lo
que nos gusta a nosotros 20 siglos después. Tenían lugares para comer y beber,
zonas de aguas termales y también los famosos “lupanares”, los prostíbulos de
la Antigua Roma.
Seguimos paseando por callejuelas y nos adentramos en la
zona de viviendas particulares. En algunas de ellas podemos apreciar
perfectamente la cocina, la sala de estar, habitaciones, patios con sus
mosaicos y frescos, el estado de conservación es increíble y no deja de
maravillarnos cada casa que visitamos.
La familia al completo con las ruinas detrás
Llegamos al teatro de Pompei, esta exactamente igual que
antes de que el Vesubio erupcinara. Los asientos, la zona de interpretación en
la que podemos comprobar que hay una sonorización perfecta a cada asiento del
teatro sin necesidad de alzar mucho la voz. Aquí normalmente se representaban
espectáculos de mimo, que eran muy famosos en la época.
El teatro tiene forma de media esfera y lo inventaron los Griegos.
Los Romanos lo incorporaron a sus habituales construcciones y después, para dar
cabida a el doble de personas, inventaron el Anfiteatro, que son dos teatros
juntos y tiene forma circular e incluso de óvalo.
Teatro de Pompeia
Seguimos callejeando y me llama especialmente la atención
una de ellas, en la que un mosaico en perfectas condiciones indica “Cave Can Em”
(cuidado con el perro).
"Cave Can Em"
Lo siguiente que nos encontramos es un Lupanar, como ya he
dicho antes, es un local en el que se ejercía la prostitución. Hay varias
habitaciones, la cama está hecha de piedra y en la puerta de entrada a cada
dormitorio, hay un mosaico con lo que la señorita en cuestión le podía hacer al
caballero que visitaba el Lupanar. En cada habitación se practicaba una posición
diferente.
Llegamos a la zona donde están los cuerpos petrificados, y
es escalofriante ver como se quedaron los cuerpos, exactamente en la misma
posición que cuando murieron. Fallecieron víctimas de la asfixia, producida por
los gases volcánicos que salieron del cono a una velocidad de 80 km/h y
arrasaron la ciudad. Los gestos de la gente, era precisamente tapándose las
vías respiratorias para intentar evitar lo inevitable.
Una vez arrasada toda vida de Pompei, cayó una lluvia de
ceniza espesa que fue cubriendo la ciudad y dejó todo absolutamente sepultado.
Con el paso de los años, los cuerpos de desintegraron en el
interior de la ceniza petrificada y quedó el hueco absolutamente perfecto.
Cuando se descubrió esto, se tuvo la genial idea de rellenar esos huecos con
yeso y así sacar un molde de la persona que quedo cubierta por las cenizas.
La zona más escalofriante de la visita
Hay también muchos cuerpos de niños
Después de 5 horas de visita y de 12 km recorriendo sus
abruptas calles, decidimos irnos a comer para subir a visitar el Volcán Vesubio
por la tarde.
Para acceder al volcán vamos por una carretera que nos lleva
desde los 0 metros de Pompeia hasta los 1000 metros de la base del cono
volcánico. Las vistas desde arriba son espectaculares, se puede ver toda la
Peninsula Sorrentina, el mar Tirreno, el Golfo de Nápoles y las islas de Capri,
Procida e Isquia.
Intentamos acceder al cráter del Vesubio, pero no podemos, en invierno
cierran a las 16h y justo era esa hora cuando lo hemos intentado. La
verdad, que no nos importa mucho, ya que la temperatura era de unos 3-4 grados,
y no teníamos ropa adecuada para la ascensión.
Decidimos dar por finalizada la jornada de excursión y nos
dirigimos a Piano de Sorrento.
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